sábado, 23 de abril de 2011

Ensayo de: Tragicomedia Mexicana Vol. 2

Hacer una crítica hacia los gobiernos que se exponen en ésta obra es muy sencillo y, hasta cierto punto, tedioso. Para empezar, Luis Echeverría para mí fue un completo fracaso como presidente, pues, queriendo quedar bien con todos, nos dejó peor que en cualquier otra etapa que haya vivido nuestro país. El presidente Echeverría tenía una buena táctica: quedar bien con los clase media resentidos todavía por lo sucedido en 68 para legitimar su victoria y atraer más electores al PRI; sin embargo, lo que él no pensó fue en que se ganaría de enemigos a todo el sector privado, que como es claro, le causaron más problemas que cualquier otro sector social, pues a pesar de todas las movilizaciones, huelgas, etcétera, fueron las empresas quienes le dieron un gran dolor de cabeza al presidente.
El gobierno de Echeverría… ¿realmente fue un gobierno? Realmente pareció más un circo, en donde si alguien no era de su parecer o compartía sus ideas, o bien “no vestía guayabera”, inmediatamente le daba cuello; por eso es que a varios les colmó la paciencia y salieron a las calles a manifestarse, más por el autoritarismo que mostraba. Tal es el caso de lo sucedido con el rector de la UNAM Pablo González Casanova, quien ante presiones presidenciales y del STUNAM dejó el cargo y fue la oportunidad de meter a alguien ligado a sus ideales. Y algo muy similar pasó en otros lugares como con los telefonistas. Por lo menos, en el caso de la UNAM, hizo algo muy favorable, pues apoyó la construcción de los CCH’s y de las ENEP’s; aunque, lo lamentable fue que en una visita a C.U. lo abuchearon y resultó descalabrado por una piedra que le arrojaron.
Los 70’s fue una época muy extraña (o muy similar a las décadas posteriores), en la cual el espíritu juvenil aún tiene gran fuerza, los ideales de “Amor y paz” predominaban en gran parte de los jóvenes, querían liberarse de la opresión del gobierno y el control sobre los medios de comunicación. Por ello, el festival de Avándaro fue como un emblema de la juventud de los 70’s, donde se pudieron expresar, hacer mucho de lo que en público no podían, por primera vez sentirse libres sin ser reprimidos. Sin embargo, eso también trajo un fuerte movimiento, incluso dentro del arte que era aceptado por la socialite, pues a partir de la “encuerada de Avándaro”, las actrices empezaron a despojarse un poco más de sus prendas y mostrar un lado más humano-natural al público.
Lo bueno del sexenio no se dio en materia política, económica ni cualquier otra relacionada con la intervención de Echeverría, sino que fue la cultural, pues fue cuando empezaron a sobresalir los artistas mexicanos; dígase literatos, músicos, actores, etcétera. Tal es el ejemplo de Octavio Paz, Elena Poniatowska, Julio Scherer, José de Jesús Sampedro, Jorge Ibargüengoitia, Antonio Aguilar, Armando Manzanero, Rigo Tovar y Juan Gabriel. Y ni se diga de lo religioso que fue tan bueno pero tan bueno que nos trajo al papa Juan Pablo II.
Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de la economía, pues en 1976, se llevó a cabo una gran crisis; el peso se devaluó brutalmente después de varios años que era muy competitivo, se perdieron miles de empleos y el salario mínimo también resultó casi insuficiente para satisfacer las necesidades básicas; el famoso “desarrollo compartido” no cumplió sus verdaderos propósitos y dejó a varias personas en la ruina, las empresas desconfiaron demasiado de Echeverría y decidieron sacar su capital del país; en pocas palabras, fue un completo caos. Lo mismo pasó en su gabinete, que cuando se aburría de uno lo sacaba, o bien, le daba puestos a sus familiares. Hizo demasiados viajes y nada más para ganarse enemigos gratuitamente, en realidad, éste fue uno de los peores gobiernos mexicanos,
Para no quedarse atrás, llegó a la presidencia tan codiciada por todos el señor José López Portillo, quien ganó el dedazo del presidente Echeverría, pero no porque fuera un maestro en la política o porque estuviese guapo, no, sino porque pensó que era el que mejor podía manipular, pues el quería implantar un nuevo maximato. Sin embargo, le salió el “tiro por la culata” porque Portillo no toleró en un momento a Echeverría y por eso lo mandó de embajador a Australia y las islas Fidji, lo más lejos de México para que no pudiera tomar partido en las decisiones nacionales, aunque aún así seguía metiendo sus narices. También, al que mandó como embajador fue a Díaz Ordaz, pero a él a España –pues las relaciones con aquél país se habían restablecido-, pero él se puso muy altanero y caprichoso así que se regresó a México y dejó la embajada, aunque unos años después falleció.
Lo que Portillo hizo fue prácticamente lo mismo que su antecesor; muestra de ello está en que puso a su hermana como encargada de RTC e hizo un gran caos en aquella institución, pues varios actores intentaron hacer sindicatos privados y demás movimientos, pero ella les ponía un alto, y a quienes no les parecía les daba cuello (cosa típica en el gobierno).
También algo muy similar a lo del sexenio pasado fue la música, pues a pesar de que en el pasado eran hippies y demás, ahora eran los rockeros los que manifestaban su descontento hacia el sistema, los que tenían más restricciones en los medios y que tenían que empezar casi escondidos para que no les cancelaran sus tocadas.
Otra cosa muy similar es su modelo fallido, en el caso de Portillo eran dos años de regeneración, dos de consolidación y 2 de crecimiento acelerado; cosa que nunca sucedió pues sí se pudo restablecer más o menos y también le benefició lo del descubrimiento de yacimientos de petróleo al final de su sexenio; sin embargo, debido a crisis que hubieron en su periodo no se pudo lograr y en vez de tener un crecimiento acelerado se tuvo un decrecimiento exagerado, pues los viajes que hacía la “familia burrón” eran muy costosos y excesivos, pues más que viaje de negocios o diplomático parecía que eran vacaciones de la familia presidencial.
También, algo que tuvo muy similar con Echeverría fueron conflictos con la prensa del país, pues ambos, en sus respetivos sexenios, se enfadaron con Julio Scherer por la información que publicaba. Lo que también tuvo de similar es que fueron grandes años para los literatos pues Monsiváis obtuvo mayor fama y se recurría demasiado a él y García Márquez ganó el nobel de literatura en 1982.
Algo que afectó demasiado a México en su gobierno fue la implantación del IVA en 1980 y la creación del Sistema Alimentario Mexicano (SAM). El Impuesto sobre la Venta Adquirida era un impuesto que debíamos de pagar por todas nuestras compras, cosa que le cayó fatal pues según era para abatir la inflación, cosa que en 1982, veríamos que no serviría para eso. Mientras tanto, el SAM apoyaba la posible asociación de ejidatarios, comuneros, colonos y pequeños propietarios para la producción y la prestación de servicios, pero, en realidad, empeoró al campo.
Ya después 1982 fue un año muy activo, pues se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, y claro no faltó el dedazo del presidente, con el cual apoyó a su amigo y pupilo: Miguel de la Madrid. De la Madrid no tenía mucha práctica, por lo que Portillo tuvo que asesorarlo y darle “buenos consejos”. Sin embargo, a partir de ese entonces fue cuando se empezó a sentir una tensión electoral, pues la gente estaba a favor de un cambio y por eso el PAN empezó a tener más simpatizantes, lo cual significó un gran peligro para el PRI.
También, 1982 fue el año de la gran crisis económica, en donde definitivamente no hubo el “crecimiento acelerado” que López Portillo había asegurado que se tendría en su sexenio. Hubo de nuevo fuga de capitales, se creó el Fondo Nacional de la Solidaridad para pagar la deuda externa, miles perdieron empleo, se recurrió a un nuevo crédito, se crearon casas de cambio y hubo una compra de dólares de locura.
En conclusión, hacer una crítica del sexenio de Luís Echeverría y de José López Portillo es muy aburrido, pues se podría hacer la crítica de uno solo, pues parece que no pasó el tiempo o que fue un espejo, pues prácticamente pasó lo mismo: crisis, huelgas, movimientos, autoritarismo, el poder de Televisa, la oposición de la prensa, la censura, la búsqueda de la libertad, etcétera. Por eso es que a México le llegan a decir: “El país de nunca jamás”, porque parece que vivimos la misma historia una y otra vez.