jueves, 26 de mayo de 2011

Ensayo: Tragicomedia Mexicana Vol. 3

Y una vez más regresamos a donde empezamos. Después de lo que vimos, y vivimos, con el “Pelón” y con “Jolopo” mucho podríamos esperar de los siguientes presidentes… ¿o no? Muchas cosas continuaron: la inseguridad, el partido dominante, las huelgas, los recortes al presupuesto, el narcotráfico, las tensas relaciones con los vecinos del norte y el famosísimo “dedazo”, el cual, en esta ocasión, fue a dar a Miguel de la Madrid Hurtado, quien fue del gabinete de “El Perro” y por supuesto, un tecnócrata.
El gobierno de Miguel de la Madrid, desde sus inicios, estuvo muy dividido, pues unos querían unas cosas mientras el PRI otras, se siguió prácticamente el mismo modelo que durante la “docena trágica” se había implantado. Muy pocas variaron, pues en ámbitos menos importantes como el de la música, continuó la lucha entre el rock mexicano contra el de habla hispana y el pop. Las disqueras no daban espacio a los rockeros ni, mucho menos, las estaciones de radio, por lo que este género tuvo que recurrir de nuevo a espacios pequeños como bares, casas y demás para estar cerca de la sociedad. Vivieron grandes ídolos tales como Caifanes, El Tri y la Maldita Vecindad; sin embargo, tuvieron que pelear contra las Flans, “Juanga” y Luis Miguel, por lo que fueron tiempos difíciles aunque muy buenos para el rock mexicano.
También, se hizo más fuerte la lucha entre Octavio Paz y Carlos Monsiváis, quienes tenían sus revistas Vértigo y Nexos respectivamente, siempre se discutían el público y las noticias, aunque claro, ya dependía de la ideología de la gente a quien leerían. Así también, dieron grandes giros en la población la muerte de José Revueltas y posteriormente la de Manuel Buendía, quien en su columna Red Privada hablaba de temas muy fuertes y de gran trascendencia en la vida política y social del país; es por ello, que fue perseguido durante un gran tiempo y finalmente asesinado el 30 de mayo.
Aparte de todo eso, durante el gobierno de delamadrista se dieron dos grandes catástrofes: la explosión en San Juan Ixhuatepec (San Juanico) y el terremoto que sacudió la ciudad de México a las 7:19 horas el 19 de septiembre de 1985. Ambos afectaron notablemente a los mexicanos, dejándolos sin sus patrimonios y sin varios familiares, pues solamente en el terremoto, según cifras oficiales, hubo 3 500 muertos y varios edificios derrumbados. Esto provocó un gran caos en la ciudad, y peor que el presidente no aceptó inmediatamente la ayuda de otros países, pero lo que sirvió fue a levantar el espíritu solidario de los mexicanos, y por qué no el nacimiento de un luchador llamado Superbarrio.
Además, por si fuera poco, hubo fuertes crisis económicas durante todo el sexenio, la relación con Estados Unidos se debilitó un poco durante un largo tiempo, pero se fortaleció con la integración al GATT, que perfilaba a México como un “aspirante a ser primer mundista”. Sin embargo, eso jamás sucedió pues todo fue un gran caos en el país. Cada vez había más pobres y más empresas privatizadas; el modelo neoliberal fue tomando mucha fuerza a partir de este gobierno.
Pero no todo fue caos en el sexenio de 1982 a 1988 capturó a varias personas ligadas al narcotráfico, tal es el caso del Negro Durazo o de Rafael Caro Quintero, quienes tenían mucho poder en el comercio del narcotráfico y que además, en el caso de Durazo, estaba metido en el gobierno en los planes militares en contra del narco.
También, en 1986 México recibió el mundial del futbol, donde a pesar de ser de gran agrado para la sociedad, no faltaron los chiflidos y las groserías que se le hizo al presidente al grito de “culeeero” y de “¡No queremos goles, queremos frijoles!”, todo esto llamó mucho la atención de los medios extranjeros quienes criticaron demasiado a Miguel de la Madrid.
Sin embargo, por lo que más fue conocido el gobierno de Miguel de la Madrid (además de por todas las catástrofes que hubieron durante su periodo) fue por las elecciones de 1988, de las cuáles se podrían redactar un libro entero hablando sólo de ellas. Todo comenzó con la denominada “Corriente Democrática” que hicieron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñóz Ledo  dentro del PRI, que pretendían eliminar el dedazo que más tarde beneficiaría esta vez a Carlos Salinas de Gortari. Tras haber sido expulsados del Institucional Revolucionario juntaron a una gran cantidad de partidos de izquierda quienes formarían el Frente Democrático Nacional (futuro PRD) que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas para la presidencia, mientras que el PAN elegiría a Manuel Clouthier.
Cárdenas y Clouthier tuvieron campañas exitosas, a cualquier lugar que iban llenaban, a comparación de las de Salinas, que tenían que obligar gente a ir. Ante todo esto era visible que el PRI ésta vez no tendría oportunidad. Sin embargo, llegaron las elecciones y el ganador fue nada más y nadie menos que… ¡Carlos Salinas de Gortari! “¿Qué raro no?”
Y así fue como el primero de diciembre de 1988 Salinas de Gortari, atravesando una gran cantidad de problemas en el palacio legislativo, tomó posesión y los de oposición primero lo ofendieron con chiflidos y posteriormente… abandonaron la sesión.
Pero eso sí, pasó un Deja Vu: un secretario dijo que podíamos vivir con 6 mil pesos, cosa que hoy en día también se hizo en el gobierno del PAN, ¿curioso no?
El gobierno de Salinas fue el que rompió al menos un poco con los gobiernos que le antecedían. A pesar de que heredó el país en una situación tanto económica como social muy complicada la supo llevar adelante. Para empezar hay que hablar de sus arreglos de cuentas contra sus enemigos, ya que les hizo imposible la vida a los del PRD y a personas que estaban a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, tales como la Quina, quien era el directivo natalicio de Pemex y Salinas buscó la forma de encarcelarlo y lo logró, lo mismo sucedió con Salvador Barragán. Además, asesinó más de cuatrocientos  asociados al PRD y de ahí salió una frase de Cárdenas que decía: “Nosotros ponemos los muertos”. También tuvieron lugar los misteriosos asesinatos de Manuel Clouthier, Ruíz Massieu y de su ex mano derecha: Luis Donaldo Colosio, quien empezó a tener ideas muy distintas a las de él y por eso se presume que lo mandó asesinar.
En el aspecto cultural, tuvo una gran contribución que fue la creación de Conaculta, que favoreció a los escritores para seguir promoviendo sus ponencias y demás. Aparte, todo siguió girando en torno a Octavio Paz, y la literatura feminista tuvo un gran impulso durante ésta época.
La lucha por la difusión del rock continuo, aunque se les abrieron un poco más de espacios pero aun así, lo que predominaba en todas era el pop (tanto mexicano como estadounidense) por lo que era casi nula la aparición o el impacto del rock. Aunque aparecieron grandes banda como Café Tacuba, que conquistaron el gusto popular y continuaron los antiguos como Alex Lora, Maldita Vecindad y demás grupos de la década pasada.
Lo que más sobresalió de él, en otros aspectos, fue la economía y el famosísimo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Hablemos primero de la economía; la cual en un principio estuvo bastante complicada; sin embargo, Salinas pidió varios préstamos con el extranjero, motivó las privatizaciones y amplió muchísimo la relación con Estados Unidos. Con respecto a las privatizaciones, estas fueron a las empresas como electricidad, agua y de servicios. Los casos más notados son la venta de canal 13 y 7 a Ricardo Salinas Pliego (quien le hizo la competencia a la familia Azcárraga por el dominio de la televisión; fue que desde esos tiempos se le llamó la guerra de las televisoras (TV Azteca vs. Televisa)) y la venta de Teléfonos de México a Carlos Slim Helú, quien por muchos años controlaría el monopolio de las comunicaciones dando un pésimo servicio a tarifas exageradamente altas y que gracias a Telmex empezó a aparecer en la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo (cosa que hoy en día difiere demasiado, pues no es de los hombres más ricos del mundo, sino el más rico).
El TLCAN fue algo de lo más polémico del sexenio (tanto que el mismo día que se firmó también se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional exigiendo igualdad en los pueblos, tierra, salud, educación, libertad de pensamiento, justicia, techo, trabajo, independencia y democracia; sin embargo su movimiento fue perseguido y denigrado por el gobierno salinista) ya que simbolizaba un libre comercio con dos de las potencias mundiales (Canadá y Estados Unidos). Eso a los de clase alta y media alta les parecía fabuloso, pero a los de clase media baja y de plano baja les parecía una desgracia ya que perderían sus empleos, trabajarían para empresas norteamericanas donde serían explotados y mal pagados y perderían gran parte de su patrimonio. Ante todo esto, Salinas y sus homólogos de los otros dos países invirtieron demasiado en publicidad para convencer a la población y poner la imagen de que México entraría a los países de primer mundo y, a su vez, a la globalización.
La economía, durante el gobierno salinista, mejoró demasiado, tanto que los gobiernos de otros países estaban sorprendidos de que por fin México tenía un verdadero presidente. Disminuyó la deuda externa, pero le quitó dos ceros al peso mexicano y así solucionó una gran cantidad de problemas y el PIB se mantuvo en buenos niveles.
Y así fue como terminó otro sexenio, con el típico dedazo beneficiando a Ernesto Zedillo Ponce de León de la SPP y con un apoyo hacia el PRI, aunque días después habría otra crisis más en nuestro país. Todo esto solo puede pasar en nuestro país llamado México, donde a pesar de los años y de los sexenios muy pocas cosas cambian, quizá sí algunos detalles a los servicios sociales, pero detrás siempre está lo mismo: los intereses de algún partido. Y así es México, una gran mafia y hoy en día narco mafia, donde solo hay intereses de algunos, donde pasa la misma historia una y otra vez, donde hubo una alternancia nada más (a pesar de que Salinas odia a Fox por la parodia que hizo de él), porque todo sigue completamente igual que hace 70 años y “terminamos donde empezamos”.

viernes, 13 de mayo de 2011

"Estamos hasta la madre". Javier Sicilia

El primero de diciembre de 2006, el licenciado Felipe Calderón Hinojosa asumió la presidencia de la república en medio de unas elecciones muy controversiales. Para legitimar su triunfo, el nuevo presidente de la república le declaró la guerra al narcotráfico bajo el lema “Vivir Mejor”, diciendo que era para mejorar la seguridad y el futuro de las familias mexicanas. Sin embargo, cinco años después la población se dio cuenta de la gran ola de violencia que se soltó y el poder que tenían los cárteles de la droga.
El  28 de marzo de 2011, en la ciudad de   Cuernavaca, Morelos, aparecieron 7 cadáveres dentro de un automóvil frente a un hotel; uno de ellos era Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta y periodista colaborador de La Jornada y Proceso Javier Sicilia. Esto fue “la gota que derramo el vaso”, pues por la tarde intelectuales y familiares de Javier Sicilia convocaron a una protesta en el Zócalo de Cuernavaca para exigir que se termine la guerra de Calderón.
Un mes después de la muerte de Juan Francisco Sicilia, el día 28 de abril un grupo de activistas que se denominaron integrantes de la Red por la Paz y la Justicia tiñeron de rojo como protesta por las víctimas inocentes de la guerra contra el narcotráfico, las cuales, según cifras oficiales, han llegado hasta 40 mil. Así también, los activistas tomaron posesión de Procuraduría General de Justicia del Estado y el Congreso de Morelos, ya que, según ellos, “no cumplían con sus deberes”. Ese mismo día, comenzaron los planes para hacer una megamarcha que partiera el día cinco de mayo desde La Paloma de la Paz en Cuernavaca hasta el Zócalo capitalino en el Distrito Federal el día ocho de mayo de 2011.
Al día siguiente, el 29 de abril, una gran cantidad de escritores, músicos, artistas, periodistas y demás miembros de la sociedad civil de diversos países le mandaron una carta al presidente de México para que esclareciera lo sucedido con el asesinato de Juan Francisco Sicilia; así también, pidieron que se les castigara a los culpables y que “el manto de la impunidad no abrigará a los asesinos”.

A pesar de que el día primero de mayo la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) presentó a dos presuntos homicidas de Juan Francisco Sicilia, no significó que Javier Sicilia estaría complacido y fue así que el día cinco de mayo a las siete de la mañana, como el poeta había indicado, se reunieron diversas personas en La Paloma de La Paz en Cuernavaca para dar inicio a la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad. Ese día, custodiados por cinco patrullas, llegaron hasta el poblado de Cuajomulco, Morelos, donde pasaron su primera noche rodeados de los habitantes de dicho lugar.
A la mañana siguiente, los habitantes de Cuajomulco le regalaron una flor de maguey al poeta Javier Sicilia como muestra de afecto y para manifestar el apoyo a la marcha y también los migrantes que han sido ejecutados. A la misma hora que el día anterior –7:00 am.- continuaron su recorrido hasta Topilejo, en la delegación Tlalpan en el Distrito Federal. Al llegar ahí, Sicilia y los demás marchantes estaban fatigados; el sol y el camino los había dejado agotados; los suspiros de agotamiento eran muy visibles en todos, pero aun así, la razón por la cual estaban marchando era más fuerte que cualquier obstáculo.
El movimiento llegó al Distrito Federal aproximadamente a las catorce horas y posteriormente a Topilejo, donde todos los habitantes los recibieron calurosamente con porras y mantas con diversas leyendas entre las que destacaba el ya tan afamado: “Estamos hasta la madre de la violencia”.
Mientras tanto, en otros estados tales como Sinaloa, Coahuila, Nuevo León y Queretaro también se hicieron marchas con el mismo fin desde lugares representativos de cada entidad hasta sus plazas principales. Además, también pintaron de rojo sus fuentes para apoyar completamente a la movilización.
Nuevamente, la mañana del sábado siete de mayo se reanudó la marcha con el fin de llegar esta vez hasta Ciudad Universitaria, ubicada en el suroeste del Distrito Federal. Fue un viaje muy agotador ya que el calor fue insoportable en este día, se presume que la ciudad de México estaba a 26 °C y que había probabilidad de lluvia.
Las movilizaciones en distintos estados seguían, esta vez llegó hasta los estados del sureste del país. En Chiapas, unos días antes, el EZLN había lanzado un comunicado en el cual estaban a favor de la marcha y también harían una pequeña marcha en el estado. Mientras tanto, Ciudad Universitaria se encontraba como cualquier otro fin de semana: familias visitando las instalaciones y museos, padres e hijos haciendo ejercicios, jóvenes disfrutando de la calma y el clima de la ciudad, un partido de futbol americano y vendedores trabajando satisfaciendo las necesidades de los consumidores. Todas las facultades estaban cerradas, reinaba la calma en C.U. y la mayoría de la gente sabía que por la tarde llegaría la marcha –incluso unos estaban ahí para sumarse a la causa- que venía desde Cuernavaca.
En las islas se estaba montando un escenario para realizar un concierto para darle la bienvenida a la marcha; sin embargo, no todos ayudaban, pues había tanto familias haciendo ejercicio, curiosos viendo qué habría, jóvenes estando de ociosos, etcétera. Fue hasta las 5:30 pm. que las paredes de Ciudad Universitaria empezaron a temblar, empezaron a llover miles de porras y goyas, los aplausos dominaron la calma que había minutos antes en el recinto universitario, ¡por fin había llegado la marcha a la UNAM!
La Marcha por la Paz avanzó por la avenida de insurgentes para llegar a La Espiga y posteriormente dirigirse a las islas en Ciudad Universitaria. Todos estaban muy cansados, se les veía en el rostro una fatiga total, pero también eran visibles sus tormentos, sus pérdidas familiares y todavía más el deseo de México cambie y se parara la guerra contra el narcotráfico. Al llegar, bajaron por las escaleras que están a un costado de la torre de rectoría y que dan al estadio universitario. Todos estaban llenos de júbilo y todo parecía un sueño cuando los jóvenes universitarios se preocuparon por ellos e inmediatamente se dedicaron a distribuirles comida y agua para que recuperaran sus fuerzas.
Javier Sicilia se dirigió con prisa hacia una carpa que estaba situada detrás del escenario, se encontraba agotado y por ello no hizo comentario alguno ante los medios –nacionales e internacionales- ahí presentes; ni si quiera a miembros de la CNDH les dio unas palabras. En un instante la tranquilidad que había en C.U. cambió completamente. Aproximadamente por las seis de la noche empezó a tocar la OFUNAM el Requiem de Mozart y después música autóctona y posteriormente de diversos géneros musicales.
                   
La noche transcurrió tranquilamente, el frío abrazó el recinto universitario, todos durmieron tranquilamente mientras que la fuente que está debajo del asta bandera en C.U. también fue teñida de rojo.
Entonces llegó el tan esperado ocho de mayo, el día en que por fin se daría por terminada la marcha que había venido desde Cuernavaca, ese día llegarían al Zócalo capitalino. Todo comenzó como cualquier mañana, el sol subía lentamente a lo alto del cielo para alumbrar el camino de la marcha, quien aproximadamente en un inicio llevaba 20 mil integrantes. Se levantaron por última vez a las siete de la mañana, pero en esta ocasión para desayunar y horas después para continuar con su marcha. Hicieron diversas paradas, siempre bajo el mismo espíritu en busca de libertad y justicia; con ánimos y gritos de esperanza, que es por lo que se dirigían al zócalo.
Mientras tanto, una gran cantidad de gente se dirigía hacia el centro de la ciudad desde Ecatepec, Nezahualcoyotl y demás lugares e inclusive estados. Una gran mayoría iba de blanco, con el objetivo de apoyar a la marcha. El metro se saturaba poco a poco, el calor aumentaba lentamente y la estación Garibaldi estuvo a reventar.
Al salir del metro, el centro histórico estaba completamente distinto; el tráfico estaba parado y en Bellas Artes había muestras de arte “popular” en apoyo a la marcha y por ende, en repudio del gobierno calderonista. Sin embargo, el movimiento se fue empañando por intereses personales, tales como los del SME, PRD y PRI. Aun así, todos se juntaron y marcharon rumbo a la plaza de la constitución para exigir que se pare la guerra contra el narcotráfico y la destitución de Genaro García Luna, ministro de la secretaría de seguridad pública.
El zócalo estaba repleto de personas, todos tenían historias similares y querían que la guerra contra el narcotráfico terminara. Aproximadamente a las cuatro de la tarde el cielo se llenó de globos de color blanco, festejando la llegada de la marcha a su parada final. Las campanas de catedral retumbaban en el aire, los globos seguían en el cielo, cientos de palomas volaban a lo largo de la plaza de la constitución y, como en C.U., las personas recibían con miles de porras a Sicilia y toda la marcha.
Mientras la marcha llegaba a la plaza de la constitución, varias personas de diversos lugares estaban exponiendo sus casos, los cuales eran pérdidas familiares y amistades. Sin embargo, al momento en que llegó el movimiento, una ponente regañó a los que residían en el D.F. y la zona conurbada, ya que la gente apenas se estaba acomodando y por ende no podía pasar al escenario la marcha.
A pesar de la gran cantidad de personas que se reunieron frente a Palacio Nacional –cerca de noventa mil personas-, los marchistas pudieron subir y exponer sus ponencias y los objetivos de la marcha, ya que también iban con una serie de proposiciones para que implementara el poder ejecutivo.
En el momento en que Javier Sicilia tomó el micrófono todos se alegraron; su discurso conmovió y atrapo a la gran mayoría, realmente se levantaron un espíritu solidario y un completo apoyo a la marcha. Sin embargo, lo más triste fue cuando él termino de hablar y su compañero dijo que hasta ahí era todo y que ellos se regresaban a Cuernavaca y que sus camiones salían en una avenida. La gente se empezó a dispersar y de nuevo los gritos de los ambulantes conquistaron el aire, el cielo se empezó a nublar y posteriormente a oscurecer, la calle de Madero volvía a presentar sus shows callejeros y los transeúntes se movían una vez más a sus respectivos destinos, y así una vez más, se daba por terminado otro día en la ciudad de México.
El día primero de mayo, a pesar de que en el día del trabajo curiosamente no se trabaja, los activistas continuaron su labor; pintaron de rojo las fuentes del Palacio de Bellas Artes, donde curiosamente, los policías los ayudaron para pintarla más rápidamente. Sin embargo, no pudieron pintar la de la Diana Cazadora, pues cuando estaban a punto de terminar, una pipa le cambió el agua y bañó a unos jóvenes con “sangre” lo cual llamó más la atención de los automovilistas quienes con su claxon manifestaban su apoyo al movimiento.