Escrito por Néstor Ramírez, Fernando Martínez Montiel e Isis Reyes
Carbajal
Capítulo I. La ciudad de las 365 iglesias
En el cielo predominaba un
color azul, libre de esas nubes que avecinan una lluvia de gran proporción y
que, según se cuenta, son de mal augurio. Los rayos solares caían en las
tierras de México; sin embargo, no en el centro del territorio, sino en un poblado
al poniente de la ciudad llamado Cholula. En esa región se
desarrolló una tribu que, a pesar de no ser tan conocida como la maya o la
olmeca, alcanzó un punto de gran importancia para las creencias de aquellos
tiempos y una sociedad que mostró una gran resistencia ante los españoles.
Ubicado en la parte
centro-este del estado de Puebla, y presuntamente a 15 minutos de la capital,
Cholula es una de las ciudades prehispánicas más importantes de México y, por
lo tanto, también una de las más visitadas por los turistas de otros países.
Sin embargo, lo que muy pocas personas conocen, es que Cholula sufrió una
terrible masacre tras la llegada de Hernán Cortés en 1519 y, es ahí, cuando los
ritos y mitos prehispánicos se mezclan con la historia de los hombres provenientes
del viejo mundo.
Al llegar los españoles a
Cholula, se sorprendieron ante la gran cantidad de asentamientos prehispánicos
que se encontraban en la región. Cholollan, raíz por cual recibe su
nombre y que significa “agua que brota”, en sus orígenes era una ciudad
sagrada. Por ello, Cortés mandó una carta al rey Carlos I diciéndole que en
Cholula había tantos recintos como había días en el año.
Era el día 18 de octubre de
1519. Hernán Cortés, junto con la Malintzin (Malinche) y los tlaxcaltecas habían
llegado a las tierras de la ciudad sagrada de Cholula. Los habitantes de Cholollan hacían
sus actividades cotidianas como los jóvenes ir a la escuela y las mujeres
atender el hogar. Sin embargo, ninguno se esperaba el río sangriento que horas
después bañaría y marcaría al pueblo cholulteca. Esta escena se trató de la
conquista de Cholula por parte de España en donde miles de habitantes murieron
en el centro de aquella ciudad.
El guía Jesús
Felipe Cortés, quien se encarga de enseñarles a los turistas el museo y la
historia tanto de la base piramidal como de la comunidad cholulteca, señala que
fue “una masacre espantosa. Si estamos hablando de una ciudad sagrada, no
es un pueblo bélico; no tenemos un ejercito para combatir, sino para resguardar
el templo principal”. Por lo que no se le podría denominar una batalla, sino
una completa masacre de los cholultecas por parte de los tlaxcaltecas y los
españoles.
En el códice tlaxcalteca, a
pesar de que se da una mala interpretación del suceso, se puede seguir observando
que no sólo mataron a supuestos guerreros u hombres de edad madura, sino a los
estudiantes, niños, ancianos y mujeres. Los conquistadores se dedicaron a
atacar los Calmecac, que eran los lugares donde los hijos de los
nobles solían estudiar. Hernán Cortés, junto con la Malinche, se encargó de
dirigir esta operación de conquista y, por ende, también de la evangelización
del pueblo tan dolosamente dominado.
Sin embargo, la cosa no
terminó con la matanza del día 19 de octubre, sino que se siguió extendiendo
durante un largo tiempo imposible de delimitar. En los días siguientes, los
conquistadores fueron capturando a los Mayordomos de los
barrios de toda Cholollan. Principalmente a aquellos que tenían una
gran importancia dentro de la sociedad. Desafortunadamente, el castigo para los
cholultecas apenas comenzaba…
Para poder hacer que los
cholultecas se volvieran al catolicismo, los españoles, tras la captura de los mayordomos,
recurrían a la tortura de sus presos. Generalmente, las personas que tenían cierta
notoriedad dentro de la sociedad eran víctimas del denominado emperramiento
para poder infundir el miedo en los demás miembros de la sociedad.
El emperramiento es un método
que usaron los españoles para infundir miedo entre la población cholulteca para
poder hacer que estos dejaran atrás sus ritos paganos y adoptaran el
catolicismo como única religión. Para ello, atraparon a los mayordomos de
San Pedro, y en las plazas públicas, los amarraban para que no pudieran
escapar. Después soltaban perros agresivos y que no hubiesen comido desde hace
días para que atacaran a los líderes de los barrios de Cholula.
Al mayordomo mayor,
del barrio de San Andrés Cholula, lo llevaron a la ciudad de México para
hacerle el emperramiento. Una vez estando en Coyoacán, optaron por soltar a los
perros para poder terminar con la vida de éste e infundir un miedo atroz a
todos los cholultecas, señala el tesorero y director de la organización ProCholula Fabián
Jiménez.
El espíritu cholulteca había
sido pisoteado por los españoles y los tlaxcaltecas, pero no se dieron por
vencidos y continuaron resistiéndose a la conversión. Tanto fue así que los
españoles, cuenta el señor Jesús Cortés, comenzaron a amenazar a todo el
pueblo. Les decían que si se resistían a abandonar sus creencias tendrían que
ser asesinados debido a que eran brujos, hechiceros y que sus acciones atraían
el mal.
Fue así que la cultura
cholulteca llegó a un punto en el cual sus tradiciones dejaron de tener la
esencia que tenían, comenzaron a abandonar el rito pagano por las creencias
católicas que venían del viejo mundo. Los españoles comenzaron a transformar
todas las tradiciones y edificaciones de Cholula. Inclusive, para demostrar su
poderío, Cortés construyó, supuestamente, 365 iglesias, una por cada día del
año.
Los colores de las pinturas
donde se representaban las principales fiestas de la entidad se fueron
perdiendo. La ignorancia hizo que se fueran quedando en el olvido y en la
destrucción por parte del tiempo. Así como se fueron asesinando a
las familias cholultecas, también se fue destruyendo a los templos donde se
veneraba a los dioses de la lluvia, del maíz y del sol.
Para este momento, las cenizas
que lanzaba el volcán Popocatepetl habían ocasionado la erosión de la pirámide
y habían cubierto su superficie. Ante esto, los cimientos del principal templo
cholulteca fueron ocultados tanto por las exhalaciones de “Don Goyo” como
por la llegada de los españoles. Desapareció la ciudad prehispánica y se
desarrolló el colonialismo encabezado por la presunta salvadora de los
cholultecas: la virgen de los Remedios.
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