martes, 31 de julio de 2012

Del origen a la negligencia

Por Néstor Ramírez, Fernando Martínez Montiel e Isis Reyes Carbajal

Capítulo III: Uno por ciento...


Entre el mole y sus colores, la tradicional semita, los dulces típicos pasando por el ya conocido camote hasta los variados “borrachitos”. Comida, vestimenta o artesanía son lo que distinguen al Estado de Puebla. Conocida por la batalla del cinco de mayo, más que por la matanza de Cholula, uno de sus pueblos más históricos, donde un libro no bastaría para relatar sus tradiciones y, no menos importante, sus raíces.
El turismo en Cholula ha sido muy importante, tanto que hay quienes quedan fascinados por  su “magia” y la de sus fiestas, que deciden quedarse a vivir en la ciudad de las 365 iglesias. Personajes tales como Anamaría Ashwell o Dirk Müller.
Sin embargo, Puebla no cuenta con muchas atracciones turísticas pertenecientes a la cultura tolteca que imperaba en esta región, y los pocos que existen en Cholula, no se les da la atención ni los cuidados debidos. Según el arqueólogo Arnulfo Allende Carrera, investigador del INAH Puebla, en entrevista publicada en la jornada de oriente, con fecha 13 mayo del 2009, en Puebla existen más de 3,200 sitios arqueológicos, de los cuales 2,150 han sido validados y registrados, y únicamente seis se encuentran abiertos al público (Cholula; Cantona en Tepeyahualco; Yohualichan en Cuetzalan; Tepexi el viejo, en Tepexi de Rodriguez; Tepapayeca, en Tlapanala y Tepatlaxaco, adelante de San Martin Texmelucan; en proceso de apertura, está el sitio de Teteles del Santo nombre, en Tlacotepec de Juárez).
La Pirámide (sic) de Cholula, a pesar de ser patrimonio de la humanidad, sufre un gran deterioro en su mantenimiento y restauración. En la última década se llegaron a cerrar al público distintas partes de la pirámide y, actualmente, sólo se tiene acceso al uno por ciento de su infraestructura.
El detonante de esta situación fue el decreto emitido por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, poblano de nacimiento, quien mandó a restaurar una de las faldas de la pirámide que se encontraba en un estado de abandono. Sin embargo, la restauración quedó mal ejecutada al “reconstruir” un faltante de la pirámide que a lo largo de los años se había perdido. El material utilizado para la obra fue cemento puro, y éste se le adhirió a la estructura original generando una mala imagen estética y, al pasar los años, un mayor deterioro en la parte original. Tal parte no se debía haber reconstruido debido a que sólo mostraba el uno por ciento, sólo se le puede dar conservación. Cuando se cuenta con el 50 por ciento, el INAH puede reconstruir el 50 por ciento faltante.
Fue durante la última década, cuando se comenzaron a cerrar partes del asentamiento al público. Algunas por el deterioro al no recibir la atención debida, y otras tantas al vandalismo de los jóvenes locales quienes utilizaban sus “zonas escondidas” como catarsis de su rebeldía. Según informa Jesús Felipe Cortés, guía desde hace 30 años en la pirámide de Cholula, “Jóvenes de la Universidad de las Américas, al terminar sus clases venían con sus caguamas en mano y, como si de un antro de moda se tratase, se embriagaban y llegaban a pintar en las paredes de los túneles y de las demás zonas que en ese entonces se encontraban abiertas. Esto se debía a que nunca existió un control de los visitantes, se dejaba la zona abierta, en su totalidad, al público, y en lugar de tomar medidas en el asunto; el INAH decidió cerrar parte de las instalaciones para evitar el vandalismo y los saqueos”. Una de las medidas fue crear el museo de la pirámide, donde se encuentran algunos vestigios, pinturas y documentos; la mayoría son replicas como “el mural de los bebedores de pulque”. Las partes coloreadas en la pirámide son las pinturas que los cholultecas ahí plasmaban como parte de sus fiestas y tradiciones”, informa el guía del lugar, “antes todo el publico podía entrar, pero los jóvenes pintaban corazoncitos o se dejaban mensajes, y son pinturas que no pueden volver a pintarse o zonas a las que no pueden ponerse cristales o andaderas, por lo que el acceso a estas áreas se restringió, y ahora sólo podemos ver las replicas”. De hecho de los pergaminos en los cuales se muestra el proceso de evangelización hacia los toltecas de Cholula, sólo dos están en posesión del lugar y los restantes, cuarenta aproximadamente, se localizan en el Museo Nacional de París.
Desde que la pirámide fue descubierta la poca importancia a su conservación y a tomar iniciativas para seguir descubriendo el faltante de esta zona arqueológica se han hecho notar por quienes, sabiendo que existe un gran legado de nuestras culturas prehispánicas, por ignorancia o por negligencia no le han dado la importancia debida. “A partir del siglo XX una gran mayoría de la pirámide se destruye”, comenta Jesús Cortés, “porque pensaban que era un cerro y fueron haciendo el terreno plano para la agricultura”. A pesar de haber descubierto vestigios, ídolos de la cultura, enterramientos y artefactos; los locatarios cholultecas no dieron importancia más allá de la económica debido a la ignorancia que hasta el momento se encuentra presente en la mayoría de los propios mexicanos. Fue hasta que las labores del arqueólogo Ignacio Marquina iniciaron, en 1931,  y se comenzó a descubrir el gran peso histórico y cultural que la pirámide guardaba, literalmente, bajo tierra.
Una de las partes más importantes, y de las primeras acciones que el arqueólogo Ignacio Marquina tomó, son sus largos túneles que alcanzan los ocho kilómetros de largo (de los cuales tres fueron abiertas al publico, y, actualmente, se encuentran clausurados). Se construyen estos túneles al creer que se trataban de siete pirámides superpuestas, sin embargo al seguir efectuando las labores arqueológicas se dan cuenta que solo se trata de dos, y las cinco restantes eran pirámides adheridas. Los túneles eran la calve para llegar a las cámaras y a las zonas más escondidas y profundas de la misma. El material que se utilizó fue principalmente adobe y, algunos pilares o bases, de piedra; esto a lo largo de los siglos significaría un problema a la hora de restaurar y de dar mantenimiento a las estructuras, provocando el derrumbe de algunas partes y/o su deterioro. 
El teocali (centro ceremonial) es remplazado por la Capilla de la Virgen de los Remedios, sin saber que bajo el templo se encontraba la gran pirámide, transformada por la erosión de las lluvias, y el tiempo en un cerro falso”. Tal ignorancia afecto a muy largo plazo los túneles, que se convirtieron en la mayor atracción turística del asentamiento. Al ser visitada la Capilla por múltiples turistas, estudiante y, en su mayoría, locatarios que realizan sus ceremonias; se contaba con baños de los cuales las tuberías fueron mal construidas. Al pasar el tiempo existió una ruptura de las mismas debido a la presión en donde se encontraban construidas. Al filtrarse, el agua llegó a la zona de los túneles y estos, al ser de adobe, se fueron debilitando hasta que su techo (en forma de triangulo) se aplanó totalmente con riesgo de derrumbarse. “la institución competente de arreglar tales desperfectos es el Instituto Nacional de Antropología e Historia”, informa Jesús Cortés. “En ese entonces en lugar de darle solución a los desperfectos se decidió, por medidas de seguridad, cerrarlo al publico y, como era de esperar, termino por derrumbarse y ahora el INAH debe de tomar cartas en el asunto y dar una solución eficaz”.
Lugares como “la conejera” (llamada así por el largo y descendiente túnel por el que se pasa para llegar a esta cámara dentro de la pirámide) podían ser visitados por cualquier turista, pero después se restringió el acceso debido al vandalismo, llegando a encontrar droga dentro del lugar. Ya son más de veinte años que estas áreas permanecen cerradas con reja y candado. Cortés comenta, “Aunque estén enrejadas y con candados, la falta de seguridad en esta zona hace que hasta los candados desaparezcan.  Somos expertos para todo, para destruir fácil, pero para construir quién sabe”. A pesar de la clausura en partes de las pirámides, se puede acceder a ellas solicitando un permiso de exploración al INAH, para el cual no se necesita ser antropólogo ni arqueólogo; cualquier persona que quiera conocer más estos recintos puede hacerlo, sin embargo, el proceso es tardado.
Y es que ya son más de dos años desde que se le informó y realizo la petición correspondiente al INAH para que se ocupara de los imperfectos, sin embargo, se hizo caso omiso. Curiosamente, en la actualidad se le ha dado una gran importancia a recuperar estos espacios y, referente a los túneles, el Instituto ya decidió hacerse cargo en estos tiempos de elecciones, en los cuales también se han tomado medidas en materia política hacia la pirámide, algo que durante los gobiernos pasados, no se había tomado mucho en cuenta.
Desde el 10 maya del 2012, el INAH presentó el proyectó que se tiene pensado realizar en torno al mejoramiento de la zona perimetral de la Pirámide, mismo que incluira el retiro de los comerciantes informales que existen actualmente y que podrían ser reinstalados en espacios que ambas administraciones otorguen. La encargada de la reubicación es la Secretaría General estableciendo contacto y comunicación con los vendedores de artesanías que ocupan la parte poniente de la Pirámide, sobre el pasillo que conduce al parque Soria y Centro Gastronómico y Artesanal XELHUA, los cuales podrían pretenden ser rehabilitados para colocar a los casi 80 comerciantes que cada fin de semana ofrecen sus productos al turismo. Ante esto, el administrador general de la Pirámide Cholula y delegado del INAH, Martín Cruz, realizó una llamada al licenciado Fabián Jiménez, tesorero y director de la asociación pro Cholula a, para comentarle que “estaba muy alegre con las medidas que se tomaron para erradicar el ambulantaje y darle la atención debida a la pirámide”, sin embargo su amigo y colaborador le bajó los ánimos argumentando que “no se emocionara tanto, pues no es de extrañar que todo sea por estrategia política, al partido actual no le conviene perder votos, mucho menos de los trabajadores ambulantes que representan un gran número”. Ante esto se ve la gran brecha que se da a la permanencia política más que a la preservación de una zona, no sólo de goce para los turistas, sino para los cholultecas también.
El principio de las acciones que de manera conjunta se habrán de tomar entre el INAH y los municipios cholultecas, incluye el orden y el restablecimiento de principios legales que desde hace más de 7 años no se ha logrado obtener, pues actualmente los vendedores de artesanía se encuentran fuera de un padrón oficial y por tanto no pagan impuesto alguno que les permita gozar de los beneficios que el municipio otorga en materia de servicios tales como alumbrado, seguridad y limpieza.
Mario Ayala; vendedor ambulante que cada día desde las 10 de la mañana ha colocado su puesto a faldas de la pirámide durante 20 años, comenta, “Fueron los ayuntamientos de San Pedro y San Andrés Cholula, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como la Orden Franciscana que resguarda el Santuario "Los Remedios", quienes firmaron el convenio de colaboración para reubicar a los ambulantes que rodean la zona Arqueológica. No planean corrernos de aquí, sino reubicarnos en una zona donde en conjunto trabajemos, algo así como el tianguis del centro o el recinto Xelhua. Lo único malo es que las ventas al turista nos afectará, pero ni como hacerle, además desde que la pirámide cerró los túneles; ha bajado mucho la visita extranjera”. Turismo al que se pretende incrementar con esta medida, pues en los mejores tiempos de la pirámide (en cuanto a zona arqueológica), ésta se encontraba entre el noveno y décimo lugar nacional en afluencia turística con 250 mil visitantes anuales a la Zona Arqueológica y el “Cerrito de los Remedios”.
Dolores Parra, presidenta municipal de San Andrés Cholula (municipio en el que se encuentra la pirámide) por parte del PAN, ha sido la mediadora de la situación. Sin embargo, no es bien vista por los locatarios. “Lola Parra, ha prometido mucho en cuanto a la preservación de la cultura y no ha hecho nada, se le da mas importancia a otros eventos de entretenimiento o políticos que a darnos a los cholultecas lo que necesitamos, y hasta quieren correr a los ambulantes de la pirámide y a ella (la pirámide) ni la han arreglado. Yo no voté por ella”, finaliza Rebeca, estudiante de 20 años.
En la época en la que los cholutecas gobernaban su propia ciudad, antes de la llegada de Hernán Cortés, cada cambio de gobierno se debía hace una base diferente en su estructura para diferenciar los diferentes gobiernos. Actualmente, el gobierno blanquiazul, parece que no le interesa mostrar esa diferencia al restaurar o dar el mantenimiento debido a la pirámide, prometiendo durante sus campañas medidas para la conservación y mantenimiento del recinto. Sin embargo estas facultades son más ajenas al gobierno y más propias al INAH. La gente piensa que el gobierno es el encargado de hacer todo, sin embargo no posee facultades en algunos casos. Lo proselitista de la situación es hacer creer a los cholultecas, desinformados, y prometer en sus campañas medidas. Y el INAH, ¿estará consiente que la población no sabe que es a esta institución a quien le compete arreglar y dar mantenimiento a los desperfectos de la pirámide, y por es ha hecho caso omiso por más de dos años a las graves problemáticas?. Si Tláloc, visitara actualmente uno de sus templos más importantes y emblemáticos, y lo encontrara en tales condiciones, seguramente pediría explicaciones, fuese al gobierno o al INAH.

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