Por Néstor Ramírez, Fernando Martínez Montiel e Isis Reyes Carbajal
Capítulo III: Uno por ciento...
Capítulo III: Uno por ciento...
Entre el mole y sus colores, la
tradicional semita, los dulces típicos pasando por el ya conocido camote hasta
los variados “borrachitos”. Comida, vestimenta o artesanía son lo que
distinguen al Estado de Puebla. Conocida por la batalla del cinco de mayo, más
que por la matanza de Cholula, uno de sus pueblos más históricos, donde un
libro no bastaría para relatar sus tradiciones y, no menos importante, sus
raíces.
El turismo en Cholula ha sido muy
importante, tanto que hay quienes quedan fascinados por su “magia” y la de sus fiestas, que deciden
quedarse a vivir en la ciudad de las 365 iglesias. Personajes tales como Anamaría
Ashwell o Dirk Müller.
Sin embargo, Puebla no cuenta con
muchas atracciones turísticas pertenecientes a la cultura tolteca que imperaba
en esta región, y los pocos que existen en Cholula, no se les da la atención ni
los cuidados debidos. Según el arqueólogo Arnulfo Allende Carrera, investigador
del INAH Puebla, en entrevista publicada en la jornada de oriente, con fecha 13
mayo del 2009, en Puebla existen más de 3,200 sitios arqueológicos, de los
cuales 2,150 han sido validados y registrados, y únicamente seis se encuentran
abiertos al público (Cholula; Cantona en Tepeyahualco; Yohualichan en
Cuetzalan; Tepexi el viejo, en Tepexi de Rodriguez; Tepapayeca, en Tlapanala y
Tepatlaxaco, adelante de San Martin Texmelucan; en proceso de apertura, está el
sitio de Teteles del Santo nombre, en Tlacotepec de Juárez).
La Pirámide (sic) de Cholula, a pesar
de ser patrimonio de la humanidad, sufre un gran deterioro en su mantenimiento
y restauración. En la última década se llegaron a cerrar al público distintas
partes de la pirámide y, actualmente, sólo se tiene acceso al uno por ciento de
su infraestructura.
El detonante de esta situación fue el
decreto emitido por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, poblano de nacimiento,
quien mandó a restaurar una de las faldas de la pirámide que se encontraba en
un estado de abandono. Sin embargo, la restauración quedó mal ejecutada al
“reconstruir” un faltante de la pirámide que a lo largo de los años se había
perdido. El material utilizado para la obra fue cemento puro, y éste se le
adhirió a la estructura original generando una mala imagen estética y, al pasar
los años, un mayor deterioro en la parte original. Tal parte no se debía haber
reconstruido debido a que sólo mostraba el uno por ciento, sólo se le puede dar
conservación. Cuando se cuenta con el 50 por ciento, el INAH puede reconstruir
el 50 por ciento faltante.
Fue durante la última década, cuando
se comenzaron a cerrar partes del asentamiento al público. Algunas por el
deterioro al no recibir la atención debida, y otras tantas al vandalismo de los
jóvenes locales quienes utilizaban sus “zonas escondidas” como catarsis de su
rebeldía. Según informa Jesús Felipe Cortés, guía desde hace 30 años en la
pirámide de Cholula, “Jóvenes de la Universidad de las Américas, al terminar
sus clases venían con sus caguamas en mano y, como si de un antro de moda se
tratase, se embriagaban y llegaban a pintar en las paredes de los túneles y de
las demás zonas que en ese entonces se encontraban abiertas. Esto se debía a
que nunca existió un control de los visitantes, se dejaba la zona abierta, en
su totalidad, al público, y en lugar de tomar medidas en el asunto; el INAH
decidió cerrar parte de las instalaciones para evitar el vandalismo y los
saqueos”. Una de las medidas fue crear el museo de la pirámide, donde se
encuentran algunos vestigios, pinturas y documentos; la mayoría son replicas
como “el mural de los bebedores de pulque”. Las partes coloreadas en la
pirámide son las pinturas que los cholultecas ahí plasmaban como parte de sus
fiestas y tradiciones”, informa el guía del lugar, “antes todo el publico podía
entrar, pero los jóvenes pintaban corazoncitos o se dejaban mensajes, y son
pinturas que no pueden volver a pintarse o zonas a las que no pueden ponerse
cristales o andaderas, por lo que el acceso a estas áreas se restringió, y
ahora sólo podemos ver las replicas”. De hecho de los pergaminos en los cuales
se muestra el proceso de evangelización hacia los toltecas de Cholula, sólo dos
están en posesión del lugar y los restantes, cuarenta aproximadamente, se
localizan en el Museo Nacional de París.
Desde que la pirámide fue descubierta
la poca importancia a su conservación y a tomar iniciativas para seguir
descubriendo el faltante de esta zona arqueológica se han hecho notar por
quienes, sabiendo que existe un gran legado de nuestras culturas prehispánicas,
por ignorancia o por negligencia no le han dado la importancia debida. “A
partir del siglo XX una gran mayoría de la pirámide se destruye”, comenta Jesús
Cortés, “porque pensaban que era un cerro y fueron haciendo el terreno plano
para la agricultura”. A pesar de haber descubierto vestigios, ídolos de la
cultura, enterramientos y artefactos; los locatarios cholultecas no dieron
importancia más allá de la económica debido a la ignorancia que hasta el
momento se encuentra presente en la mayoría de los propios mexicanos. Fue hasta
que las labores del arqueólogo Ignacio Marquina iniciaron, en 1931, y se comenzó a descubrir el gran peso
histórico y cultural que la pirámide guardaba, literalmente, bajo tierra.
Una de las partes más importantes, y de
las primeras acciones que el arqueólogo Ignacio Marquina tomó, son sus largos
túneles que alcanzan los ocho kilómetros de largo (de los cuales tres fueron
abiertas al publico, y, actualmente, se encuentran clausurados). Se construyen
estos túneles al creer que se trataban de siete pirámides superpuestas, sin
embargo al seguir efectuando las labores arqueológicas se dan cuenta que solo
se trata de dos, y las cinco restantes eran pirámides adheridas. Los túneles
eran la calve para llegar a las cámaras y a las zonas más escondidas y
profundas de la misma. El material que se utilizó fue principalmente adobe y,
algunos pilares o bases, de piedra; esto a lo largo de los siglos significaría
un problema a la hora de restaurar y de dar mantenimiento a las estructuras,
provocando el derrumbe de algunas partes y/o su deterioro.
El teocali
(centro ceremonial) es remplazado por la Capilla de la Virgen de los Remedios,
sin saber que bajo el templo se encontraba la gran pirámide, transformada por
la erosión de las lluvias, y el tiempo en un cerro falso”. Tal ignorancia
afecto a muy largo plazo los túneles, que se convirtieron en la mayor atracción
turística del asentamiento. Al ser visitada la Capilla por múltiples turistas,
estudiante y, en su mayoría, locatarios que realizan sus ceremonias; se contaba
con baños de los cuales las tuberías fueron mal construidas. Al pasar el tiempo
existió una ruptura de las mismas debido a la presión en donde se encontraban
construidas. Al filtrarse, el agua llegó a la zona de los túneles y estos, al
ser de adobe, se fueron debilitando hasta que su techo (en forma de triangulo)
se aplanó totalmente con riesgo de derrumbarse. “la institución competente de
arreglar tales desperfectos es el Instituto Nacional de Antropología e
Historia”, informa Jesús Cortés. “En ese entonces en lugar de darle solución a
los desperfectos se decidió, por medidas de seguridad, cerrarlo al publico y,
como era de esperar, termino por derrumbarse y ahora el INAH debe de tomar cartas
en el asunto y dar una solución eficaz”.
Lugares como “la conejera” (llamada
así por el largo y descendiente túnel por el que se pasa para llegar a esta
cámara dentro de la pirámide) podían ser visitados por cualquier turista, pero
después se restringió el acceso debido al vandalismo, llegando a encontrar
droga dentro del lugar. Ya son más de veinte años que estas áreas permanecen
cerradas con reja y candado. Cortés comenta, “Aunque estén enrejadas y con candados,
la falta de seguridad en esta zona hace que hasta los candados
desaparezcan. Somos expertos para todo,
para destruir fácil, pero para construir quién sabe”. A pesar de la clausura en
partes de las pirámides, se puede acceder a ellas solicitando un permiso de
exploración al INAH, para el cual no se necesita ser antropólogo ni arqueólogo;
cualquier persona que quiera conocer más estos recintos puede hacerlo, sin
embargo, el proceso es tardado.
Y es que ya son más de dos años desde
que se le informó y realizo la petición correspondiente al INAH para que se
ocupara de los imperfectos, sin embargo, se hizo caso omiso. Curiosamente, en
la actualidad se le ha dado una gran importancia a recuperar estos espacios y,
referente a los túneles, el Instituto ya decidió hacerse cargo en estos tiempos
de elecciones, en los cuales también se han tomado medidas en materia política
hacia la pirámide, algo que durante los gobiernos pasados, no se había tomado
mucho en cuenta.
Desde el 10 maya del 2012, el INAH
presentó el proyectó que se tiene pensado realizar en torno al mejoramiento de
la zona perimetral de la Pirámide, mismo que incluira el retiro de los
comerciantes informales que existen actualmente y que podrían ser reinstalados
en espacios que ambas administraciones otorguen. La encargada de la reubicación
es la Secretaría General estableciendo contacto y comunicación con los
vendedores de artesanías que ocupan la parte poniente de la Pirámide, sobre el
pasillo que conduce al parque Soria y Centro Gastronómico y Artesanal XELHUA,
los cuales podrían pretenden ser rehabilitados para colocar a los casi 80
comerciantes que cada fin de semana ofrecen sus productos al turismo. Ante esto,
el administrador general de la Pirámide Cholula y delegado del INAH, Martín
Cruz, realizó una llamada al licenciado Fabián Jiménez, tesorero y director de la
asociación pro Cholula a, para comentarle que “estaba muy alegre con las
medidas que se tomaron para erradicar el ambulantaje y darle la atención debida
a la pirámide”, sin embargo su amigo y colaborador le bajó los ánimos
argumentando que “no se emocionara tanto, pues no es de extrañar que todo sea
por estrategia política, al partido actual no le conviene perder votos, mucho
menos de los trabajadores ambulantes que representan un gran número”. Ante esto
se ve la gran brecha que se da a la permanencia política más que a la
preservación de una zona, no sólo de goce para los turistas, sino para los cholultecas
también.
El principio de las acciones que de
manera conjunta se habrán de tomar entre el INAH y los municipios cholultecas,
incluye el orden y el restablecimiento de principios legales que desde hace más
de 7 años no se ha logrado obtener, pues actualmente los vendedores de
artesanía se encuentran fuera de un padrón oficial y por tanto no pagan
impuesto alguno que les permita gozar de los beneficios que el municipio otorga
en materia de servicios tales como alumbrado, seguridad y limpieza.
Mario Ayala; vendedor ambulante que
cada día desde las 10 de la mañana ha colocado su puesto a faldas de la
pirámide durante 20 años, comenta, “Fueron los ayuntamientos de San Pedro y San
Andrés Cholula, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), así como la Orden Franciscana que resguarda el Santuario "Los
Remedios", quienes firmaron el convenio de colaboración para reubicar a
los ambulantes que rodean la zona Arqueológica. No planean corrernos de aquí,
sino reubicarnos en una zona donde en conjunto trabajemos, algo así como el
tianguis del centro o el recinto Xelhua. Lo único malo es que las ventas al
turista nos afectará, pero ni como hacerle, además desde que la pirámide cerró
los túneles; ha bajado mucho la visita extranjera”. Turismo al que se pretende
incrementar con esta medida, pues en los mejores tiempos de la pirámide (en
cuanto a zona arqueológica), ésta se encontraba entre el noveno y décimo lugar
nacional en afluencia turística con 250 mil visitantes anuales a la Zona
Arqueológica y el “Cerrito de los Remedios”.
Dolores Parra, presidenta municipal de
San Andrés Cholula (municipio en el que se encuentra la pirámide) por parte del
PAN, ha sido la mediadora de la situación. Sin embargo, no es bien vista por
los locatarios. “Lola Parra, ha prometido mucho en cuanto a la preservación de
la cultura y no ha hecho nada, se le da mas importancia a otros eventos de
entretenimiento o políticos que a darnos a los cholultecas lo que necesitamos,
y hasta quieren correr a los ambulantes de la pirámide y a ella (la pirámide)
ni la han arreglado. Yo no voté por ella”, finaliza Rebeca, estudiante de 20
años.
En la época en la que los cholutecas
gobernaban su propia ciudad, antes de la llegada de Hernán Cortés, cada cambio
de gobierno se debía hace una base diferente en su estructura para diferenciar
los diferentes gobiernos. Actualmente, el gobierno blanquiazul, parece que no
le interesa mostrar esa diferencia al restaurar o dar el mantenimiento debido a
la pirámide, prometiendo durante sus campañas medidas para la conservación y
mantenimiento del recinto. Sin embargo estas facultades son más ajenas al
gobierno y más propias al INAH. La gente piensa que el gobierno es el encargado
de hacer todo, sin embargo no posee facultades en algunos casos. Lo
proselitista de la situación es hacer creer a los cholultecas, desinformados, y
prometer en sus campañas medidas. Y el INAH, ¿estará consiente que la población
no sabe que es a esta institución a quien le compete arreglar y dar
mantenimiento a los desperfectos de la pirámide, y por es ha hecho caso omiso
por más de dos años a las graves problemáticas?. Si Tláloc, visitara
actualmente uno de sus templos más importantes y emblemáticos, y lo encontrara
en tales condiciones, seguramente pediría explicaciones, fuese al gobierno o al
INAH.
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